LAS PAREDES COMO SOPORTES DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN.
LAS PAREDES COMO SOPORTES DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN.
Además de ser medios de expresión artística, las paredes, las fachadas de nuestros edificios y de nuestras casas, son soportes de información y comunicación que permiten la publicidad, de forma visual y muchas veces, desapercibida, y tienen relevancia en/para la cotidianidad de nuestra retina.
En un primer capítulo, vimos como las paredes se están transformando en la actualidad en soportes para la expresión artística y el desarrollo de un movimiento urbano que viene a replantear la división de los espacios, proponiendo visiones nuevas del modo en el que se estructura y vive el entorno físico y social en nuestras ciudades.
En el presente epígrafe, he querido hacer hincapié en la diversidad de los modos por los que se utiliza la pared, entendida ésta de manera amplia, para la comunicación y la información, intentando mostrar la evolución de estos usos en el tiempo histórico.
Mi idea es que los usos comunicativos y simbólicos de las fachadas se pueden rastrear en la ciudad y se deben englobar en una mirada que les entienda como formas de significar el espacio para hacer público, mostrar, educar etc. Son maneras diferenciadas de informar y enseñar con reglas cambiantes pero cuyos objetivos –hacer pasar un mensaje por medio de un canal que es físico (la pared) y visual (imagen)- parecen comunes. Así es como agrupe en este segundo capítulo fotografías de interiores y exteriores de iglesias y monumentos religiosos, cárteles y reclamos de varios tipos, así como algunas (placas) conmemorativas, pensando en efecto que todas estas formas responden a la misma finalidad de enseñar e informar.
Digamos que en este capítulo podemos distinguir dos niveles. El primero es más bien histórico: en este nivel se integrarían las imágenes de exteriores (paredes y puertas) y interiores (altares) de iglesias que, creo, representan un uso didáctico de las fachadas y de las paredes interiores así como las indicaciones conmemorativas así como las lápidas que sirven para los itinerarios turísticos, que vienen a significar y recordar el pasado, actualizándolo y acercándolo a nuestras visiones contemporáneas del patrimonio histórico.
Otro, referido a la actualidad, para el que integré algunas fotografías de cárteles publicitarios que vienen a significar el modo moderno de entender la “publicitad” como concepto orientado al consumismo, así que otras fotografías de anuncios variados que además de hacer público, de comunicar o de informar (más que enseñar), son la manifestación clara de cierta apropiación del espacio de la pared a un nivel más espontáneo y menos institucional.
Acerca del primer nivel, podemos comentar dos aspectos importantes: el primero se refiere a la conservación mientras que el segundo se refiere a la diferencia en cuanto al uso diferenciado que se hace de la pared en estos casos.
Aquí, la pared tiene en efecto un objetivo primordial, éste siendo el ENSEÑAR y eso se hace en los dos casos a través de referencias del pasado: las Iglesias que he fotografiado (no he podido incluir la Cartuja, lo cual podría haber sido de gran utilidad, dado su carácter ejemplar como construcción...), tanto en sus interiores como en sus exteriores, reflejan y muestran una línea común, ya que participan de un tipo de arquitectura que en sí, tiene sus referencias en la antigüedad clásica y vienen a recordar una visión mitológica (Jesucristo) y a ilustrar el Antiguo Testamento. Es decir, tanto su temática como su tratamiento (la construcción y los elementos arquitectónicos) son elementos visuales que en sí llevan una simbología que transmite y persuade y que responde a la necesidad, en los tiempos de su edificación, de hallar y usar la imagen como lenguaje entendible e inteligible para todos. La perspectiva añade valor y fuerza persuasiva al mensaje mitológico y a las enseñanzas religiosas.
Las referencias al pasado de algunos letreros conmemorativos en el recorrido turístico de la ciudad, a diferencia de los monumentos religiosos, usan la escritura como manera de llegar al conocimiento del paseante, y la didáctica en estos casos es referida al presente, en cuanto que maneja unos conceptos de conservación y patrimonialización en consonancia con nuestras formas modernas y racionales de concebir el espacio y su pasado: no pretenden contarnos una historia vital, sino que se representan de forma “objetiva”, representando una lectura de la Historia que carece de expresión y emoción. Quizás esto revele bastante de la forma contemporánea de conocer y aprender, en la que el espacio ya no es un factor tan determinante como antes para definir nuestro aprendizaje, más teórico que práctico .
En todo caso, no cabe duda que tanto una como otra forma dicen más de lo que pensamos que merece la pena ser conservado y observado, ya que aunque diferenciándose por el lenguaje en sus propuestas didácticas (cada una habiendo sido concebida según las propias normas y los valores de la época), las dos se acercan a la hora de (re)valorizar el espacio como medio de aprendizaje y enseñanza, haciendo un uso público y generalizado de éste .
Justamente es esto último lo que distingue el primer nivel del segundo: los cárteles publicitarios e informativos aparecen, en contraste con el primer bloque de fotografías, dirigidos de forma mucho más concreta a un tipo de espectador o público. En efecto, a la hora de seleccionar las imágenes y de agruparlas, me he podido dar cuenta de que la mayoría de los cárteles, cuya función es de informar más que de enseñar, se dirigen hacia unos colectivos concretos y sobretodo, hacia individuos, desligados de sus contextos sociales. Es decir, estos cárteles están concebidos para vender un producto o proponer un servicio de uso individualizado, apelando casi sistemático a una opción o decisión personal del espectador. Además, ya no se le pide al individuo que se identifique con otro actor o se ponga en una situación distinta a la suya, sino que al contrario, que lo que se le está presentando a la vista está justamente pensado para él, y únicamente para cubrir una necesidad personal. Claro es que todo esto tiene que ver con el tipo de sociedad en la que vivimos, más individualista, más consumista, etc., pero cabe resaltar este aspecto ya que pone de manifiesto, otra vez, cierta privatización del discurso y de la imagen: el campo visual (público) se vuelve más privado, la imagen ya no sirve para la identificación del que mira sino que parece mirar a éste. Como si los roles hubiesen cambiado, estas imágenes observan y dirigen su atención hacia el propio paseante, y no le enseñan sino un reflejo de sus propios deseos, necesidades, preocupaciones etc, y el asunto tematizado no es sino ese mismo espectador, planteándose así como una mirada propia e interna.